CROACIA 8: Makarska & Biokovo

23 de abril de 2011 Ese día abandonaríamos nuestra base de Kaštela y partiríamos hacia Brist, a medio camino entre Split y Dubrovnik. Por la ruta exploraríamos la Riviera de Makarska y subiríamos a la cima del Sv. Jure, en el parque natural de Biokovo. Partimos bien temprano hacia el sur bordeando la costa hasta Omiš, famosa por haber sido antaño una importante base de piratas en el Mediterráneo. Nos tomamos un tiempo para pasear por las agradables calles del casco antiguo. La ciudad está custodiada por una ciudadela del siglo XVI y por las paredes rocosas de la montaña.
23 de abril de 2011
Ese día abandonaríamos nuestra base de Kaštela y partiríamos hacia Brist, a medio camino entre Split y Dubrovnik. Por la ruta exploraríamos la Riviera de Makarska y subiríamos a la cima del Sv. Jure, en el parque natural de Biokovo.

Ver Croacia 8: Kaštela - Brist en un mapa más grande
Partimos bien temprano hacia el sur bordeando la costa hasta Omiš, famosa por haber sido antaño una importante base de piratas en el Mediterráneo. Nos tomamos un tiempo para pasear por las agradables calles del casco antiguo. La ciudad está custodiada por una ciudadela del siglo XVI y por las paredes rocosas de la montaña.
Omiš
Omiš
Omiš, desembocadura del Cetina
En Omiš dejamos la carretera de la costa y nos internamos por la que recorría el cañón del río Cetina. La vegetación era exuberante y húmeda, en contraste con la aridez de la costa. Hicimos varias paradas para contemplar los increíbles paisajes de este río. Fue todo un acierto desviarnos de la costa para proseguir la ruta por el interior.
río Cetina
río Cetina
río Cetina
La carretera se distancia del río y va ganando altura hasta Zadvarje, antes del cual hay un mirador con una vista muy interesante: se aprecia gran parte del recorrido del Cetina, con pueblos dispersos entre las crestas del valle. En Zadvarje también hay las gargantas del río Cetina, pero tras buscar algún cartel que nos llevara hasta allí, no logramos encontrarlas.
panorámica desde Zadvarje
Volvimos a la costa y entramos de pleno a la llamada Riviera de Makarska, una de las zonas más turísticas de la costa dálmata, situada entre Omiš y Neretva. Decidimos hacer una parada en su localidad más famosa, Makarska. Caminamos un rato por su agradable paseo marítimo y por alguna de las calles de su pequeño casco histórico. La estampa de las casas empedradas con el macizo de Biokovo al fondo era realmente bonita.
Riviera de Makarska
Makarska
Makarska
A continuación partimos en dirección al parque natural de Biokovo, cuyo desvío nos costó bastante de encontrar. Se trata de un espacio natural que protege toda la cordillera que corre paralela a la Riviera de Makarska. Este macizo, el segundo más alto del país, es inhóspito, rocoso y áspero, y tiene unas vistas impresionantes de la Riviera.
Después de pagar la entrada en la caseta del guarda, empezamos a subir por la empinada carretera. Al principio era bastante ancha, pero cuando empezaron las curvas se fue estrechando considerablemente. Después de subir un rato llegamos a una especie de altiplano con un restaurante y un mirador. Desde allí había unas buenas vistas de la Riviera de Makarska, con Tučepi en un extremo y Makarska en el otro. Al fondo, a contraluz, se apreciaban las siluetas de las islas de Brač y Hvar y de la península de Pelješac; forzando la vista incluso se intuía el contorno de la isla de Korčula. Una panorámica increíble!
panorámica desde el Biokovo hacia Makarska
panorámica desde el Biokovo
panorámica desde el Biokovo
A partir de aquí el ascenso de la carretera fue más progresivo, pero su estrechez se acusó. Solo te podías cruzar con otro coche en sentido contrario en los apartaderos habilitados. El paisaje también cambió, todo era un mar de rocas calizas blanquecinas casi sin vegetación, solo algunos enebros y algunas hierbas ralas.
paisaje del Biokovo
Más adelante nos desviamos de la carretera principal para aparcar el coche y caminar hacia el refugio de Vošac, donde nos esperaba otro mirador. La caminata es sencilla y corta (20 minutos), y al final se llega a un mirador con una vista espectacular. En esencia, la vista es similar a la anterior, pero aquí se veían mejor Makarska y las islas.
Volvimos a la carretera principal y encaramos la última etapa de ruta por el Biokovo, la subida al Sv. Jure (1.762 m). La carretera sube hasta su misma cima, pero también es posible dejar el coche más abajo y subir caminando. Y no es para menos. El último tramo es una sucesión de curvas de herradura y pendientes durísimas. Por la calzada parecía que solo cabía un coche justito, menos mal que no nos cruzamos con nadie! El panorama de la cima bien vale la pena. Hacia el sur se elevan las agrestes montañas del Biokovo, con el mar y sus islas como telón de fondo. Hacia el norte se veían las últimas estribaciones del Biokovo, y otras cadenas montañosas que ya debían pertenecer a la vecina Bosnia-Herzegovina. Allí arriba hacía bastante frío, de hecho todavía había bastante nieve sin derretir, así que tuvimos que abandonar la mágica estampa que nos ofrecía la montaña.
Sv. Jure, vista norteste
Sv. Jure, vista oeste
Sv. Jure, vista norte
Sv. Jure, vista sur
Abandonamos el Biokovo y proseguimos hacia el sur por la costa hasta Brist, donde pasaríamos aquella noche. Nuestro alojamiento era un apartamento en Apartments Franka. No era un cutre parking reconvertido como en Kaštela, no, era un señor apartamento! Con una especie de recibidor con sillón, sala de estar-dormitorio, baño y cocina súper-equipada. Y todo por 28 €!!! Son las ventajas de la temporada baja. Y la ubicación del apartamento no era menos, estaba justo enfrente de una pequeña playa de guijarros muy tranquila. Una cocina tan bien equipada no podía desperdiciarse, así que fuimos a un mini-colmado del pueblo a comprar algunas cosas para hacer una cena casera. Y lo agradecimos, después de cenar tantas noches de restaurante!
nuestro apartamento en el Apartments Franka

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