TURQUÍA 12: Costa Egea III, Priene, Mileto y Didyma

16 de noviembre de 2013 Después de ver Éfeso el día anterior, esta jornada continuamos visitando yacimientos arqueológicos, esta vez las ruinas de las antiguas ciudades griegas de Priene y Mileto y del templo de Apolo de Didyma. Para descansar de tanta piedra nos tumbamos un rato en la playa de Altınkum. Después de otro buen desayuno en el Hotel Meral de Selçuk, cogimos el coche sin demora para ir al primer objetivo del día, Priene. Esta antigua ciudad griega pertenecía a la Liga Jónica, una alianza que agrupaba ciudades helenas situadas en la costa turca e islas cercanas.
16 de noviembre de 2013
Después de ver Éfeso el día anterior, esta jornada continuamos visitando yacimientos arqueológicos, esta vez las ruinas de las antiguas ciudades griegas de Priene y Mileto y del templo de Apolo de Didyma. Para descansar de tanta piedra nos tumbamos un rato en la playa de Altınkum.

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Después de otro buen desayuno en el Hotel Meral de Selçuk, cogimos el coche sin demora para ir al primer objetivo del día, Priene. Esta antigua ciudad griega pertenecía a la Liga Jónica, una alianza que agrupaba ciudades helenas situadas en la costa turca e islas cercanas. Priene está construida en la falda de un monte a varios kilómetros del mar, pero en su época fue un importante puerto. Al principio nos pareció que Priene era más pequeña que Éfeso, pero engañaba al estar invadida por pinares y matorrales. Su Teatro era pequeño pero muy bien conservado; tenía una curiosidad, justo delante del escenario había unos asientos individuales más grandes de mármol pensados para los VIPs de la ciudad. Justo delante del teatro había los restos de un templo que se usó como iglesia bizantina siglos más adelante.
Teatro de Priene
asientos VIPs del Teatro
iglesia bizantina
A continuación llegamos al punto más famoso de Priene, el Templo de Atenea. Este fue uno de los templos más importantes de los dedicados a esa deidad, lo que hizo de Priene un gran centro religioso. De él no queda gran cosa, solo un gran caos de porciones de columnas desperdigadas y unas pocas que se pudieron reconstruir. Lo mejor es sin duda su ubicación, con un enorme mirador desde donde se divisa toda la llanura y a sus espaldas los acantilados calizos del monte Teloneia.



Templo de Atenea
vistas de los campos de algodón desde el templo de Atenea
Bajamos por un sendero a una zona donde se hallaban restos de casas de nobles. Se conservaban parte de los muros y el enlosado de los suelos, pero el resto del lugar había sido engullido por el pinar. Regresamos al centro urbano a la zona de la Estoa Sagrada, de la que apenas quedaba nada, excepto el Bouleterion, donde se reunía el senado. Al sur estaban los restos del Ágora y su escalinata de mármol, donde dimos por concluida nuestra visita, a la que le dedicamos una hora. En general Priene nos dejó un poco indiferentes, las ruinas se encuentran en mal estado y es difícil imaginarse como debió ser antiguamente. En este sentido, nos parecieron mucho más interesantes las de Éfeso.
casas de nobles
Agora
Bouleterion
Bouleterion
Luego hicimos los pocos kilómetros que nos separaban del siguiente punto de interés, Mileto. Ésta ciudad griega era un importante puerto comercial y el hogar de muchos intelectuales y filósofos de la época. Antes de entrar en el yacimiento ya pudimos contemplar el edificio mejor conservado de la ciudad, el Teatro. Era grandioso, tanto como el de Éfeso! Las gradas estaban muy bien conservadas, eran de mármol y acababan con una decoración en forma de pata de león muy característica. La verdad es que nos pareció el más impresionante de los que habíamos visto hasta ese momento.
Teatro de Mileto
entrada del Teatro
Teatro de Mileto
gradas del Teatro
vista del Teatro
Desde lo alto del Teatro había vistas sobre los otros restos de Mileto. Fuimos a dar un paseo para darles un vistazo, pero enseguida vimos que no estaban tan bien conservados como el Teatro. De la gran mayoría de edificios solo quedaban los cimientos, con restos de columnas y frisos desperdigados por el suelo, excepto en el Ágora, con algunas columnas en pie. En un extremo había un monumento que marcaba el antiguo puerto, y en sus escaleras se sentó San Pablo según el Nuevo Testamento. En otro estaban los Baños de Faustina, unas termas con sólidos muros muy bien conservados, en comparación con el resto de edificios de Mileto.
antiguo puerto
ruinas del Agora
Baños de Faustina
También nos chocó mucho encontrar una mezquita entre tanta ruina griega. Era la Ilyas Bey Camii, construida en el siglo XV. Se notaba que llevaba muchos años abandonada pero ahora la estaban reconstruyendo. Con la la mezquita dimos por concluida la visita de Mileto, a la que dedicamos algo más de una hora. Su Teatro es de los mejores que hemos visto, pero el resto de sus ruinas no valen mucho la pena.

Ilyas Bey Camii
Era al mediodía cuando condujimos hacia Didim, donde decidimos comer algo. Didim es un importante lugar de veraneo de británicos, y se puede decir que tiene dos centros, el del pueblo y el de la playa, donde están los guiris. Paramos en el primero, a varios kilómetros de la playa, era una zona animada donde los turcos iban a hacer sus compras. Fuimos a comer al İskenderci Ercan Usta, un céntrico restaurante que parecía muy concurrido. De entrante nos trajeron una ensalada, yogurt marinado y la salsa de tomate picante de siempre (esta vez no picaba mucho). Luego pedimos pide de pollo y queso y Patlıcan Kebap (plato muy curioso, hecho uniendo trozos de berenjena y de carne formando un cilindro). Todo estaba muy bueno y solo nos costó 23 TL (8,5 €). Un sitio totalmente recomendable!
comiendo en Didim
Para descansar de la comida recorrimos los escasos kilómetros que separan el “centro turco” del “centro guiri”. Nos costó un poco aparcar por la proximidad de la playa de Altınkum, una de las más importantes de aquella zona de la costa turca. Aquellos días había hecho un sol y un calor infernal, así que íbamos preparados con todo lo necesario para estarnos un rato en aquella playa. Pero cuando bajamos a la arena el sol se tapó y empezó a soplar una brisa bastante fresca. Esto dio al traste con nuestras ganas de bañarnos, pero al menos nos estiramos en la arena y descansamos un rato. Después fuimos a dar una vuelta por el paseo marítimo de Altınkum. Parecía que habíamos atravesado una puerta espacio-temporal y que estábamos en cualquier lugar de Inglaterra: aquello estaba lleno de pubs que transmitían los partidos de la Premier League, restaurantes que ofrecían desayunos a la inglesa, tiendas con precios en pounds, etc. La única concesión a la cosa turca era algún que otro establecimiento de Döner Kebab. La verdad es que no nos gusta ese tipo de turismo.
playa de Altınkum
Altınkum, Didim
El principal motivo de ir a Didim no era ir a la playa sino visitar el Templo de Apolo de Didyma. Al contrario que Priene y Mileto, Didyma no era una ciudad sino un oráculo fundado por los griegos donde miles de personas venían a preguntar sobre el porvenir de su vida personal. De hecho, fue el principal oráculo del mundo griego junto con el famoso de Delfos. También se hacían ofrendas y sacrificios en honor a Apolo. Sus proporciones eran tan gigantescas que nunca se llegó a acabar, aunque estuvo en funcionamiento hasta el periodo romano.
templo de Apolo de Didyma
decoración de medusa en Didyma
La primera imagen del Templo de Apolo nos dejó sin respiración. Pese a que se encuentra en ruinas y solo quedan tres columnas en pie, nos imaginamos perfectamente que debía tener unas proporciones colosales. La base de las columnas tenían unos tres de metros de ancho, y estaban finamente decoradas con relieves. Eran impresionantes! Dimos una vuelta por todo el templo, del que quedan parte de los muros exteriores. Debía ser un templo magnífico. Didyma nos gustó mucho más que Priene o Mileto aun siendo algo ligeramente diferente. Contemplar las ruinas de este colosal templo fue una experiencia inolvidable!




templo de Apolo de Didyma
Eran mas de las 5 cuando abandonamos Didim y volvimos hacia Selçuk. El trayecto se nos hizo largo, más de dos horas, y además nos pilló por el camino una gran tormenta. Pasamos por el hotel a descansar un poco y después cogimos el coche para ir a cenar nuevamente al centro de Selçuk. Escogimos el Wallabies Restaurant por que en la carta tenían unos quesos de entrante que debían ser deliciosos. Pero al pedirlos nos dijeron que no tenían, vaya chasco! Pedimos adana kebab (que ya habíamos probado días atrás) y una especie de pollo relleno de espinacas. Todo era bueno, pero en otros restaurantes habíamos comido mejor. La cena nos costó 33 TL (12 €).
cenando en el Wallabies Restaurant

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