PISA & FLORENCIA 1: Pisa y Florencia I

21 y 22 de octubre de 2014 Llegué por la noche, con solo tiempo para instalarme en el hotel de Pisa y dormir. Al día siguiente, dediqué la mañana a dar una vuelta por Pisa y a descubrir los grandes monumentos de la Piazza dei Miracoli, entre ellos la famosa Torre Inclinada. Al mediodía cogí el tren a Florencia y pasé el resto del día explorando el sur del casco antiguo: la iglesia de Santa Maria Novella, el Ponte Vecchio, la Piazza della Signoria y el Palazzo Vecchio y la basílica de la Santa Croce. ¡Un día muy bien aprovechado! Como explicamos en un anterior post este viaje iba a ser especial. Fue un viaje en solitario de David y por eso está narrado en primera persona. El viaje empezó por la tarde, momento en el que Neus me llevó al aeropuerto de Girona, donde tenía que coger el vuelo de Ryanair rumbo a Pisa
21 y 22 de octubre de 2014
Llegué por la noche, con solo tiempo para instalarme en el hotel de Pisa y dormir. Al día siguiente, dediqué la mañana a dar una vuelta por Pisa y a descubrir los grandes monumentos de la Piazza dei Miracoli, entre ellos la famosa Torre Inclinada. Al mediodía cogí el tren a Florencia y pasé el resto del día explorando el sur del casco antiguo: la iglesia de Santa Maria Novella, el Ponte Vecchio, la Piazza della Signoria y el Palazzo Vecchio y la basílica de la Santa Croce. ¡Un día muy bien aprovechado!
Como explicamos en un anterior post este viaje iba a ser especial. Fue un viaje en solitario de David y por eso está narrado en primera persona. El viaje empezó por la tarde, momento en el que Neus me llevó al aeropuerto de Girona, donde tenía que coger el vuelo de Ryanair rumbo a Pisa. En el momento de despedirnos me asaltó una extraña sensación, empezaba un viaje sin una parte fundamental de mi. Pero enseguida se me activó el “modo viajero on”: durante un rato tuve la mente ocupada en pasar el control de seguridad, buscar mi puerta de embarque, comprobar el horario... El vuelo salió puntualmente a las 19:05, en un avión con mas de la mitad de los asientos vacíos.
Una hora y media después, aterricé sin problemas en el aeropuerto de Pisa. Para ir del aeropuerto al centro hay varias líneas de buses urbanos, dependiendo del destino final (no hay ningún bus exprés ya que el aeropuerto está muy cerca de la ciudad). El mas útil es el LAM Rossa, que atraviesa hacia al norte el casco urbano, pasando por la Piazza dei Miracoli. El único problema es que circula hasta las 20:30 h, hora a la que yo llegaba. A partir de esa hora hay que usar los buses nocturnos, en mi caso el que me iba bien era el bus 21. Tenía una parada casi justo delante de la puerta de mi hotel para aquella noche, el Hotel Moderno (39 € la habitación individual con baño compartido y desayuno incluido). Podéis ver mi opinión sobre este hotel al final de este post.
Mi habitación en el Hotel Moderno de Pisa
Al día siguiente me fui a desayunar no muy temprano. El desayuno del hotel era un poco insulso y básico, con bollería industrial de la mala. A las 8 salí del hotel con mi escaso equipaje. La zona monumental de Pisa está situada al norte y quizás lo normal hubiera sido coger un bus para llegar a ella desde allí. Pero como sabía que los monumentos mas importantes abrían a partir de las 9, decidí ir andando para así hacer tiempo y descubrir esa parte de la ciudad.
La zona al sur del río Arno me pareció muy residencial, con poco atractivo. A orillas de este río había algunas mansiones antiguas interesantes, aunque nada del otro mundo. El principal punto de interés es la pequeña iglesia gótica de Sta. Maria della Spina, que desgraciadamente estaba casi tapada por unas obras de la fachada. Un poco mas al norte di con la Piazza dei Cavalieri, lo mas interesante que había visto hasta entonces. Estaba rodeada por algunos bellos edificios medievales, entre ellos un enorme palacio que lucía un escudo que me acompañaría el resto del viaje: pertenecía a los Medici, la poderosa familia que gobernó la región durante siglos.
Orillas del Arno
Piazza dei Cavalieri
Luego llegué al centro monumental de Pisa, la Piazza dei Miracoli. La tranquilidad de la que había gozado durante mi paseo anterior por el centro se esfumó bajo las hordas de turistas que asolaban aquella plaza. Fue como un baño de realidad, me encontraba en uno de los lugares mas visitados de Italia, ¿qué esperaba? Pasada la impresión inicial disfruté mucho de la plaza, en la que estaban alineados con gran perfección el Battisterio, el Duomo y la Torre Inclinada. La gran extensión de césped que había entre los edificios permitía disfrutar mejor de las vistas sin tener que ir esquivando la gente.
La Piazza dei Miracoli y su "trio" de monumentos: Battisterio, Duomo y Torre Inclinada
Para planificar la visita a los monumentos de Pisa es muy importante conocer sus horarios de apertura. Yo los había consultado previamente y sabía que el primero que abría era el Battisterio (entrada 6 €). Su exterior me pareció muy espectacular, con su forma circular y adornado con infinidad de figuras góticas. El interior, sin embargo, es muy diferente, y me decepcionó un poco. Era de estilo románico de gran sobriedad, y lo único que le daba un poco de “gracia” era el púlpito y la decoración de los capiteles. Sin ser una persona especialmente interesada en el arte, me pareció una visita prescindible.
Battisterio, exterior
Battisterio, interior
Después fijé mi atención en el Duomo, la catedral de Pisa, cuyo exterior es sencillamente espectacular. Di la vuelta a todo el templo para admirar mejor todos sus detalles. Luego me puse a la cola para entrar dentro; la entrada es gratuita si tienes la entrada de alguno de los monumentos del complejo (en mi caso tenía la del Battisterio). El interior estaba a la altura de lo que había visto fuera, con una nave altísima sujetada por grandes columnas. Había una buena cantidad de obras de arte y detalles interesantes: púlpitos, tumbas, frescos, el altar... Pasé un buen rato deambulando por sus recovecos, la visita del Duomo sí que valió la pena.
Fachada del Duomo desde el Battisterio
El Doumo y la Torre de Pisa
Capilla lateral del Duomo
Nave central del Duomo
A continuación me acerqué a la famosa Torre Inclinada, que no es mas que el campanario del Duomo (aunque esté separado de él). A diferencia de los demás, me resistí a hacer la típica foto simulando que aguantaba la torre. Delante de ella constaté un hecho que puede parecer trivial: está tan inclinada como parece. Había decidido no visitarla por dentro, ya que había leído que lo único interesante son las vistas desde arriba, y además hay que comprar las entradas por internet. Aún así, pude admirar su singular estructura, todo un símbolo del país.
El Duomo y la Torre Inclinada
Torre Inclinada
Todavía quedaba un monumento en la plaza, el Camposanto, pero decidí no visitarlo. Así que cogí uno delos buses que iba a la estación de tren. Allí compré en una máquina un billete del tren a Florencia (8 €). Tuve que esperar muy poco, hay una gran frecuencia entre las dos ciudades. El tren llegó a la estación de Santa Maria Novella en menos de una hora. Antes de empezar a descubrir la ciudad, me acerqué a mi alojamiento para los siguientes días, el Hotel Esperanza (55 € la habitación individual con desayuno). Podéis ver mi opinión sobre este hotel al final de este post.
Mi habitación en el Hotel Esperanza
Pasaban pocos minutos del mediodía, así que me quedaban muchas horas para visitar algunos lugares de Florencia. Mi plan era descubrir la parte sur del casco antiguo, dejando uno de los puntos fuertes, el Duomo de Santa Maria del Fiore, para el día siguiente. Para poder aprovechar bien el día fue muy importante consultar los horarios de los diferentes monumentos (muchos de ellos se pueden ver aquí). Dejé para el final la basílica de la Santa Croce y el Palazzo Vecchio, ya que eran los que mas tarde cerraban.
Empecé por la iglesia de Santa Maria Novella (entrada 5 €), muy cerca de la estación de tren a la que llegué proveniente de Pisa. Su fachada de mármol blanco y verde oscuro me asombró por su sencillez. El interior es relativamente sobrio y sencillo, pero aquí y allá iban apareciendo fascinantes obras de arte. No me considero una persona especialmente interesada en el arte, pero los días previos estuve haciendo un intensivo de artistas del renacimiento italiano para que al menos me sonaran un poco. Mi primera sorpresa fue al ver los bonitos frescos de la Capilla de Filippo Strozzi, obra de Filippino Lippi, aunque los mas espectaculares son los del Presbiterio, de Ghirlandaio (maestro de Miguel Ángel). También pude admirar obras de famosos artistas como Brunelleschi y Masaccio. Luego di una vuelta por el claustro que, como no podía ser de otra forma, estaba decorado con frescos. Como primera toma de contacto con el arte del Renacimiento, Santa María Novella me gustó mucho, y después de que visitara unas cuantas iglesias, fue una de mis preferidas.
Santa Maria Novella y su plaza homónima
Interior de Santa Maria Novella
Capilla de Filippo Strozzi
Frescos del Presbiterio
Al salir de la iglesia busqué algún sitio para comer algo rápido y barato. Me apetecía mucho una pizza al taglio, y cerca encontré un sitio que tenía, el Café dei Fossi. Pedí una de carne con pimientos que estaba muy buena. Junto con un agua me costó 2,40 €, un muy buen precio, se notaba que estábamos algo alejados del centro de Florencia (si no me hubiera costado el doble).
Mi pizza al taglio
Luego me interné por las calles de la zona oeste del casco histórico medieval, lleno de palacios y mansiones de la antigua alta sociedad florentina. La calle que mejor lo ejemplifica es la Via Tornabuoni, con bonitos palacios cuyas plantas bajas están ocupadas actualmente por las tiendas mas exclusivas y caras. Normalmente nunca me han interesado estas “calles glamurosas”, pero el paseo por Tornabuoni me encantó por su patrimonio histórico. Casi al final de la calle está el Palazzo Strozzi, la inmensa residencia de un rico mercader del siglo XV que actualmente alberga un museo.
Via Tornabouni
En mi paseo hacia el este me topé con la Piazza della Republica, una de las grandes plazas del centro de Florencia. Era agradable y peatonal, pero carece del encanto y la grandiosidad de la Piazza della Signoria que vería después. Después visité por fuera la iglesia de Orsanmichele, cuyo exterior es como un museo de escultura al aire libre con obras de los mejores artistas de la época como Donatello. Luego me acerqué a dar un vistazo al Mercato Nuovo, mas conocido como el Mercato del Porcellino, por la fuente de un jabalí, muy famoso por su capacidad de conceder deseos. No me costó dar con la escultura del bicho, estaba casi sepultada por decenas de turistas enloquecidos que se peleaban por sobarle el morro (como manda la tradición). El mercado en si no tiene interés, se vendían sobre todo bolsos y otros elementos típicos de los bazares chinos.
Piazza della Republica
Iglesia de Orsanmichele
El famoso jabalí del Mercato del Porcellino
Un poco mas allá di con un lugar que me pareció muy curioso, el Oratorio dei Buonomini. Esta capilla pertenecía a una cofradía que socorría a los “pobres”, aunque realmente eran familias ricas que habían caído en desgracia y cuyo orgullo les impedía pedir limosna. Luego pasé por delante de la Casa de Dante, el hogar donde se supone que nació el poeta, y el cercano Museo Bargello, uno de los museos de arte mas importantes de la ciudad; como pensé que ya tenía suficientemente cubierto mi cupo de arte, no lo visité. Sí que me tomé un momento para admirar el edificio que lo alberga, el Palazzo Bargello, un sensacional palacio del siglo XIII.
Interior del Oratorio dei Buonomini
Palazzo Bargello
A continuación entré en lo que me pareció la plaza mas bonita de Florencia, la Piazza della Signoria. Está dominada por el Palazzo Vecchio (que visitaría mas tarde) y por una gran fuente con la escultura de Neptuno. En uno de los lados está la Loggia, un gran espacio semiabierto con algunas famosas esculturas, como la de Perseo con la cabeza de medusa. Sin duda, aquella plaza parecía el epicentro de la ciudad, rebosaba de vida y de turistas. Como curiosidad, hay una de las reproducciones del David de Miguel Ángel de la ciudad, una buena opción para conocer esta escultura si no se tiene previsto visitar la Accademia, donde está la original.
Palazzo Vecchio
Escultura de Perseo en la Loggia
Piazza della Signoria
Pasé al lado de los Uffizi, cuyo museo visitaría al día siguiente, para asomarme a ver las vistas de las orillas del río Arno. Allí quedé impresionado al admirar la estampa del Ponte Vecchio, uno de los mejores recuerdos que me traje de aquel viaje. Es el puente mas antiguo de la ciudad y data del siglo XIV. Lo que mas me sorprendió fueron las viviendas que están adosadas al puente y que a menudo quedan medio suspendidas en el vacío. No me pude resistir la tentación de acércame a verlo. Las pequeñas casas de dentro del puente respiraban un aire añejo, como si el tiempo se hubiera detenido... si no fuera por las estupendas joyerías que proliferaban en sus bajos. Me defraudó un poco ver un sitio con tanta historia convertido en un mercado del lujo. Pero las vistas del puente son una de las mejores postales de Florencia.
Ponte Vecchio
Algunas de las casas adosadas parecía que se iban a caer
Joyerías dentro del Ponte Vecchio
¡Una estampa inolvidable de Florencia!
Luego me dirigí rápidamente a la Basílica de la Santa Croce (entrada 6 €), sabía que faltaba poco para que cerrara. No tuve mucho tiempo para admirar la Piazza de la Santa Croce, rodeada por bonitas mansiones medievales, algunas incluso con frescos en la fachada. La fachada de la Santa Croce recordaba mucho a la de Santa Maria Novella que había visitado horas antes. El interior también era gótico pero nada recargado, con multitud de obras de arte diseminadas por todo el templo. Una de ellas es la tumba de Miguel Ángel, uno de los genios del Renacimiento. Al igual que la anterior iglesia, lo mas espectacular de la Santa Croce son sus frescos, como los de la Capilla Baroncelli o los del presbiterio. También hay un claustro, aunque sin mucho interés, si no fuera por la Capilla de los Pazzi, obra de Brunelleschi. La basílica me pareció otra visita imprescindible en la ciudad.
Mansiones medievales de la Piazza de la Santa Croce
Fachada de la Santa Croce
Interior de la Santa Croce
Tumba de Miguel Ángel
Frescos del presbiterio
Capilla Baroncelli
Volví a la Piazza della Signoria para visitar el Palazzo Vecchio (entrada 10 €), uno de los monumentos que cierra mas tarde (a las 19 h). Este palacio era la sede de la Signoria, la institución que gobernaba la ciudad; estaba constituida por 6 miembros de diferentes gremios, pero al cabo del tiempo acabó siendo controlada por una única familia, los Medici. La primera sala es de las mas espectaculares, el salón del Cinquecento podría pasar perfectamente por la sala de un museo por sus grandes cuadros. A continuación pasé por una serie de salas reservadas a los Medici, llenas de objetos de arte y de lujo. Una de las que mas me gustaron fue la sala de Audiencias, con unos épicos frescos de la época romana. También era muy curiosa la sala de los Mapas, donde se podía ver el conocimiento que se tenía del mundo en aquella época. La visita al Palazzo Vecchio me gustó, pero admito que tras pasar por unas cuantas salas se hacía un poco pesado.
Salón del Cinquecento
Sala de los Lirios
Sala de Audiencias
Con esto di por acabada la jornada turística, que había dado mucho de si. Decidí hacer una cena europea (a sea, cenar pronto), de forma que empecé a dar vueltas para buscar restaurante. Contrariamente a lo que me pensaba, había relativamente pocos restaurantes en el centro, en comparación con la gran cantidad de visitantes que recibía. Al final escogí la Casa del Vin Santo, un restaurante sin muchas pretensiones y que no me pareció muy caro. Pedí uno de los clásicos de la región, la bistecca alla fiorentina, una gran porción de carne de solomillo de ternera asada a la brasa, acompañada de una copa de vino Chianti. La carne estaba muy buena, aunque por el precio el plato podría haber incluido alguna guarnición. La cena me salió por 28 €.
Bistecca alla fiorentina

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