CAMBOYA 8: templos de Angkor II, circuito largo

8 de diciembre de 2017 En nuestro segundo día en Angkor haríamos el llamado circuito largo, una de las rutas para descubrir los fabulosos templos de este complejo. Empezamos bien pronto viendo el amanecer sobre el Angkor Wat, que después visitamos a fondo. Atravesando el Angkor Thom (que vimos el día anterior) fuimos visitando uno detrás de otro los templos de Preah Khan, Preah Neak Poan, Ta Som y Mebon oriental. Acabamos la jornada en la cercana localidad de Roluos para ver los templos de Bakeng, Preah Ko y Lolei. A la noche, para descansar de tanto templo, fuimos a dar una vuelta por Pub Street, la calle mas animada de Siem Riep. Aquel día el despertador sonó muy pronto, a las 4 de la mañana
8 de diciembre de 2017
En nuestro segundo día en Angkor haríamos el llamado circuito largo, una de las rutas para descubrir los fabulosos templos de este complejo. Empezamos bien pronto viendo el amanecer sobre el Angkor Wat, que después visitamos a fondo. Atravesando el Angkor Thom (que vimos el día anterior) fuimos visitando uno detrás de otro los templos de Preah Khan, Preah Neak Poan, Ta Som y Mebon Oriental. Acabamos la jornada en la cercana localidad de Roluos para ver los templos de Bakeng, Preah Ko y Lolei. A la noche, para descansar de tanto templo, fuimos a dar una vuelta por Pub Street, la calle mas animada de Siem Riep.
Aquel día el despertador sonó muy pronto, a las 4 de la mañana. Nos esperaba un largo día en los templos de Angkor e íbamos a empezar la jornada contemplando el amanecer sobre el Angkor Wat. En internet circulan varias listas de templos donde ver el amanecer o el atardecer, y aunque este tipo de experiencias mas “místicas” no nos suelen gustar, decidimos probar. Con las calles de Siem Riep todavía a oscuras, fuera del hotel ya nos esperaba nuestro tuktukero, Sok Mao, con una gran sonrisa como era habitual en él. Al llegar a los alrededores de Angkor Wat nos encontramos un gran hervidero de gente y de vehículos, todos con la misma idea que nosotros. En el interior del recinto del templo empezaba a despuntar el día y ya se había congregado una gran cantidad de gente. Encontrar un hueco entre la multitud para ver algo fue tarea difícil. Conforme iba saliendo el sol se iban recortando las imágenes de las torres del Angkor Wat sobre el horizonte. La imagen nos resultó bonita, pero la situación con tanta gente pugnando por un palmo de terreno le quitó mucho encanto. Muchos lectores se preguntaran, ¿entonces, vale la pena ver el amanecer en Angkor Wat? Para nosotros la respuesta es que no, pero es una opinión puramente personal, seguro que a mucha gente le encanta.
La multitud congregada para contemplar el amanecer
Amaneciendo sobre el Angkor Wat
Después del amanecer hubo una desbandada generalizada, la gente abandonó el templo para ir a desayunar a alguna parte pero nosotros habíamos dejado el desayuno-picnic en el tuktuk (nos lo había preparado el hotel). Después de comer algunas galletas decidimos visitar el templo. Ankgor Wat es el templo mas importante de Ankgor, y tiene una fuerza simbólica tal que su imagen sale en la bandera Camboya, y es todo un orgullo para el país. Fue construido en el siglo XII en honor al dios hindú Vishnu por Suryavarman II, uno de los reyes jemeres mas importantes. Durante su época de esplendor fue el centro político y sobre todo religioso del gran imperio jemer, ya que también funcionaba como un monasterio que albergaba miles de monjes. Su historia se truncó pronto al ser saqueada por los cham (los archienemigos de los jemeres, originarios del actual Vietnam) a finales del siglo XII. Como vimos el día anterior, los cham fueron expulsados por el gran Jayavarman VII, que se convirtió al budismo y construyó “sus” templos en Ankgor Thom. Lejos de abandonarse, Ankgor Wat continuó albergando una gran comunidad monástica budista. De hecho, cuando se desmoronó el imperio jemer y toda la ciudad de Angkor fue abandonada y devorada por la selva, Angkor Wat fue el único lugar que continuó en uso por aquellos monjes, hasta nuestros días.
Como habíamos llegado con muy poca luz había toda una parte que apenas habíamos visto, así que deshicimos el camino que habíamos hecho antes del amanecer. Angkor Wat está rodeado por un gran foso inundado, que se cruza por una espectacular pasarela de piedra adornada con grandes nagas, serpientes de varias cabezas de la mitología hindú. A continuación nos encontramos con un largo edificio que estaba surcado por un gran corredor en toda su longitud. Al traspasar aquel edificio había el gran recinto interno del templo, del que no habíamos mesurado toda su grandiosidad cuando llegamos para ver el amanecer. El recinto estaba salpicado por un par de edificios que funcionaban como bibliotecas y por una pasarela monumental que llevaba al templo principal de Ankgor Wat. Aquellas torres son la imagen mas reconocible del templo, y quizás la mas famosa de todo el país. Sus torres en forma de mazorca de maíz simbolizan el monte Meru, el Olimpo de los dioses hindús. La entrada daba acceso a la zona mas sagrada de todo el recinto, la que alberga mas tesoros.
Entrada del recinto del Angkor Wat
Las famosas torres del templo
La imagen mas famosa del Angkor Wat
Al traspasar la entrada dimos con un gran corredor que rodea todo el perímetro del templo. Nos quedamos asombrados al ver que sus paredes estaban llenas de fabulosos bajorrelieves. Eran metros y mas metros de pared cubiertas de fascinantes obras de arte que han llegado casi intactas a nuestros días. Había un conjunto de relieves que ilustraban las victoriosas batallas de Suryavarman II, llenas de soldados de infantería y de carros de caballos recubriendo cada centímetro de pared. Nos parecieron sencillamente espectaculares. Otras paredes y sobre todo columnas estaban adornadas con apsaras, las ninfas del cielo hindú. También había toda una serie de relieves de temática religiosa, como los que ilustraban el Batido del Océano de Leche (un mito hindú que explica la creación del universo) o los que mostraban los 37 cielos e infiernos hindús. Fue maravilloso ir recorriendo todos los corredores para disfrutar de todos aquellos relieves, que contaban interesantes historias. Muchos turistas los ignoraban, pero para nosotros es una experiencia absolutamente imprescindible.
Relieves del templo
Contemplando los relieves
Diferentes escenas de los relieves
Batalla con soldados y elefantes
Escena del Batido del Océano de Leche
Pared entera con relieves
A continuación llegamos a una zona con diferentes patios porticados, decorados con bonitas columnas y relieves de apsaras. Allí pudimos ver una pequeña parte de los monjes que se cuidan del recinto, lo que le daba a Angkor Wat una espiritualidad de la que carecían otros templos. Tras superar un tramo de escaleras, llegamos a un gran patio ocupado por una gran torre, la zona mas sagrada de todo el complejo. El acceso a esta zona estaba regulado para evitar aglomeraciones (solo 100 personas a la vez), así que tuvimos que hacer un poco de cola. Para acceder a ella había que superar un largo tramo de empinados escalones. Arriba estábamos en la sagrada cima del monte Meru, aunque el aspecto del santuario era similar al del resto del templo central. Lo bueno es que pudimos disfrutar de unas vistas del resto del complejo.
En la zona de los patios
Relieves de apsaras
Angkor y sus monjes
Torre central de Angkor Wat
Vistas desde la torre
Con la subida a la torre dimos por acabada nuestra visita al Angkor Wat. El templo nos encantó, nos pareció igualmente imprescindible que el Angkor Thom, que vimos el día anterior. Hay que decir que son templos muy diferentes, así que vale mucho la pena ver los dos aunque uno no disponga de mucho tiempo. Nosotros estuvimos unas 3 h visitando el Angkor Wat (sin incluir el amanecer), a ritmo pausado y viendo bien los relieves, así que consideramos que es un tiempo adecuado para dedicarle si estás interesado en el tema o vas bien de tiempo.
Volvimos al aparcamiento del Angkor Wat para buscar el picnic que nos habían preparado en el hotel y que habíamos dejado en el tuktuk. Contenía un croissant, cereales, fruta y huevos duros (en Camboya son muy aficionados a ellos). Antes de proseguir en la visita nos sentamos para desayunar con tranquilidad y poder cargar bien las pilas. Después subimos al tuktuk y atravesamos de sur a norte el recinto del Angkor Thom, que vimos el día anterior. El segundo templo de la mañana fue el Preah Khan, un templo grande en extensión aunque sin la magnificencia de Angkor Wat. Fue construido por el gran Jayavarman VII, del que ya hemos hablado varias veces, como un centro organizativo y religioso. Cuenta la leyenda que se alzó en el punto exacto donde el rey derrotó a los invasores cham que habían arrasado Angkor años atrás. La entrada era muy bonita, con unas torres simulando el monte Meru y una pasarela con las nagas ilustrando el Batido del Océano de Leche. Dentro había una serie de patios y pequeños edificios muy decorados, en un buen estado de conservación. Había relieves y pequeñas estatuas por doquier, lo que convertía aquel templo en un descubrimiento en cada paso que dabas. Nos sorprendió encontrar una pequeña estupa budista en uno de los edificios, después de haber visto tantas figuras de la mitología hindú; pero es que el Preah Khan es uno de los pocos templos que dio cobijo a las dos fes. Una parte del templo tenía todavía las cicatrices de su lucha con la selva, en forma de enormes árboles que crecían en sus muros o incluso encima de los edificios. Por mas veces que lo vieras, siempre te parecía espectacular. Como anécdota nos topamos con un grupo de turistas españoles (no vimos muchos en el viaje) que iban con su guía camboyano hispanohablante al que traían frito con sus bromas. ¡Eran muy graciosos!
Entrada del Preah Khan, con una gran naga a la izquierda
Algunos relieves y figuras del templo
Entrada al recinto monástico
La lucha entre la selva y el templo
Preah Khan
Pequeños edificios, llenos de espléndidos relieves
El siguiente templo al que fuimos fue el Preah Neak Poan, un templo muy diferente al resto. Para llegar a él tuvimos que atravesar, caminando por una pasarela, uno de los lagos artificiales de Ankgor, conocidos como “baray”, y que son uno de los motivos del gran éxito del Imperio Jemer (las obras hidráulicas consiguieron aumentar la producción agraria y abastecer a la creciente población). En el centro del baray encontramos una pequeña islita donde está el templo, que consiste en diferentes estanques que en su día estaban decorados por esculturas (hoy perdidas). En ellos se hacían ceremonias de purificación con el agua. Fue un templo que vimos bastante rápido, ya que el calor apretaba muy fuerte y allí apenas había una sombra.
Preah Neak Poan
La siguiente parada fue el Ta Som, un pequeño templo también construido por el incombustible Jayavarman VII (en la torre de entrada se puede ver su rostro). En si no es gran cosa, si no fuera por una imagen que ha hecho de este insignificante templo en uno de los mas fotografiados de Ankgor: una de sus torres se halla estrangulada por las raíces de un gigantesco árbol. La verdad es que la imagen es espectacular, y nos resultó extraño no encontrar mas visitantes que disfrutaran de ella. En la Angkor masificada, costaba encontrar lugares como aquel.
Entrada del templo, con la cara de Jayavarman VII en la parte superior de la torre
Interior del templo, con algunos árboles naciendo en las torres
La última parada en aquella zona fue en el Mebon Oriental, un robusto templo que en su día estaba emplazado en el centro de un gran baray (hoy seco). Fue construido en el siglo X en ladrillo, el material con el que se construyeron los primeros templos. En él destacan una serie de sepulcros de ladrillo con algunas decoraciones interesantes. Aunque eran las 13 h, ya estábamos hechos papilla entre haber dormido poco y el calor sofocante. Mirar al resto de turistas no ayudaba, ya que a aquella hora quien no estaba sentado estaba bajo alguna sombra para guarecerse del inclemente sol se arrastraba por los sitios buscando una. La verdad es que el panorama que formábamos entre todos era digno de un capítulo de The Walking Dead…
Mebon Oriental
El último conjunto de templos que veríamos estaba en la vecina localidad de Roluos, situada a unos 15 km al E de Siem Riep. El trayecto en tuktuk fue largo, casi una hora, pero el aire del viaje obró un milagro en nosotros y nos sentimos revitalizados. Los templos de Roluos formaban parte de una ciudad llamada Hariharalaya, la primera capital que tuvo el recién formado Imperio Jemer a principios del siglo IX. No disfrutó mucho tiempo de su capitalidad, ya que años después ésta fue trasladada a Ankgor, donde se construyeron la mayoría de los templos que hoy en día encontramos. El primer templo de Roluos que vimos fue el Bakong, sin duda el mas importante. Consiste en una gran pirámide de varios niveles con una torre en la cima representando el monte Meru. Esta estructura ya la habíamos visto en otros templos, pero fue en este donde se hizo por primera vez, así que se notaba que todo era mas arcaico, desde las construcciones a las decoraciones. Encontramos interesante el poder observar las diferencias entre este y los templos que habíamos visto hasta el momento, que eran mas modernos.
Bakong, con la gran torre representando el monte Meru en su cima
Bakong, con un detalle de la torre a la izq.
Regresamos con nuestro tuktukero que nos llevó al cercano templo de Preah Ko, de la misma época que el Bakong. Estaba dedicado a Shiva y a los antecesores deificados del rey que lo construyó. El conjunto estaba formado por seis prasats o torres, tres delanteros mas grandes en honor a los antiguos reyes varones y tres traseros (mas pequeños y menos decorados) para las reinas. Cada una de las torres estaba decorada con algunas figuras y bonitos relieves, además de poseer inscripciones muy bien conservadas en sánscrito antiguo. Aunque a aquellas alturas del día ya estábamos algo saturados y cansados, el Preah Ko nos resultó interesante al ser algo diferente al resto de templos.
Relieves, inscripciones y puertas de las torres del Preah Ko
Torres principales del Preah Ko
El último templo de Roluos al que iríamos sería el de Lolei, también formado por prasats (cuatro) y con un simbolismo parecido al del Preah Ko (dedicado a reyes deificados). Aunque en este caso estaban en un estado de conservación mucho peor, y algunas torres estaban siendo rehabilitadas. Este sí que nos pareció un templo francamente prescindible (aunque se ve rápido y no hay que desviarse para verlo).
Detalles del Lolei
Eran las 4 de la tarde y ya estábamos hechos papilla de la larga jornada turística. Aunque estábamos muy contentos de la infinidad de maravillas que habíamos visto. Subimos nuevamente al tuktuk y Sok Mao nos llevó al hotel de Siem Riep, donde llegamos cuando ya empezaba a anochecer. Ya en la habitación nos duchamos para quitarnos las capas de sudor de aquel día y nos regalamos una pequeña siesta para descansar. Cuando eran sobre las 7 de la tarde, decidimos salir a estirar las piernas y a cenar. Nos acercamos al centro de Siem Riep, y concretamente a la zona conocida como Pub Street, la calle mas frecuentada por los turistas occidentales llena de restaurantes y de discotecas. El ambiente nos pareció un poco artificial, porque estando en Camboya vimos que no había ningún camboyano paseando, todo eran turistas. Y los restaurantes nos parecieron carísimos, incluso para estándares occidentales.
Pub Street, Siem Riep
Así que para cenar decidimos volver a nuestro barrio, donde al menos los restaurantes no eran tan caros ni estaban tan masificados. Nos decantamos por el Kuriosity Café, un restaurante que tenía una buena combinación de platos occidentales y camboyanos. De entrante pedimos unos rollitos de primavera vegetales que estaban bastante buenos. Después Neus se pidió una brocheta de gambas con puré de patatas y David un costillar de cerdo (es algo que le chifla, aunque en este caso la salsa barbacoa estaba demasiado dulce). Para beber dimos cuenta de un zumo de lima y unas cervezas (las cuales nos salieron gratis gracias a una promoción). En general, quedamos bastante satisfechos de la cena, que nos salió por 22 USD (unos 18 €). Nos quedamos un rato aprovechando el buen wifi del restaurante, ya que una vez mas, el del hotel no funcionaba.
Nuestra cena en el Kuriosity Café

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